Félix Bravo, pintor asturiano de 80 años con un estilo «muy personal» que comenzó de niño pintando la chimenea de casa

y. garcia VIVEIRO / LA VOZ

ASTURIAS

Parte de su obra puede verse en el complejo hotelero Las Sirenas de Viveiro: «Pinto cosas alegres porque llevo por dentro la alegría»

15 abr 2024 . Actualizado a las 16:54 h.

Comenzó muy temprana la vocación artística de Félix Bravo (Grandas de Salime, 1943), que primero exhibió en su tierra natal, Asturias, y en la vecina Galicia, adonde vuelve periódicamente, vistiendo ahora con sus cuadros el hall de Las Sirenas en Covas (Viveiro), complejo hotelero donde ya había expuesto hace 30 años. Cuenta que era un adolescente de 15 años cuando comenzó a divulgar su obra al público, recuerda. Con un matiz importante, con los ojos de hoy: «De aquella no había Internet». Dice que puso rumbo a Madrid, a «una de las galerías mejores que había», llevando nada más que unas fotos de sus pinturas: «Gustó». Comenta que vendió «la obra entera» y que se le empezó a catalogar como pintor «de estilo impresionista», habiendo estudiado Bellas Artes, y «diferente a todos». A partir de ahí, recuerda, arrancó su periplo por otras ciudades españolas, saltando después al circuito internacional, según apunta el artista, en Grecia, Milán (representaba a España), Venecia, Bruselas... Participó aún, por ejemplo, en el X Saló Internacional d'Arts Plastiques, en 2013. 

«De niño pinté un payaso y una joven en la chimenea de mi casa para que me vieran desde la calle y vieran que estaba preparado»

Algunos críticos de arte han elogiado su estilo. Así, Joan Mañé Fort dijo: «Pintura con fuerza y firmeza es lo que define la obra de Félix Bravo». Gemma Gregori, por su parte: «El excepcional tratamiento de la luz en la pintura de Félix Bravo está en perfecta conjunción con el exquisito detalle del momento observado». Subrayando: «Pintor asturiano e internacional y original. Toda la obra es espátula o paleta pequeñita». Está presente en el libro de José María Ruilópez de Gijón Hemeroteca de semblantes y Félix Bravo sale entre los personajes más «destacados» de Asturias. Es en esa publicación donde se comenta una anécdota de su infancia, simpática: «Se estrena de niño coloreando una chimenea que hace su padre en casa, que cuando la ve no sabe si echarse a llorar o felicitarlo». Los dibujos de un payaso y una joven. «Fue para que me vieran desde la calle y demostrar que estaba preparado», añade el autor. «Pintor audaz, atrevido y ávido de éxito», le describieron. Su repertorio pictórico abarca paijsajes, puestas de sol, playas como por ejemplo As Catedrais o personajes conocidos como Don Quijote y Sancho, así como estampas marineras del Cantábrico, entre otras inspiraciones. Siempre en la línea de «influencia postimpresionista».

YOLANDA GARCÍA

Con 80 años sigue pintando. «Tengo que pintar el cuadro el día que tengo bueno», confiesa. «En una tarde o en una mañana. Paso la espátula con rapidez, tiene que ser algo rápido y hacerlo de una tirada. Mi estilo es figurativo-impresionista», agrega. Dice de los cuadros que expuso en Las Sirenas el año pasado: «Los vendí todos». Aunque a nivel laboral se dedicó a trabajar en la aduana de un puerto deportivo, la pintura, dice, fue el vehículo que le ayudó a viajar por el mundo. «Yo pinto para mí, lo que me gusta a mí. Un día me apetece un árbol, otro día As Catedrais, otro una puesta de sol... Mi obra suele gustar a casi todo el mundo. Pinto cosas alegres porque llevo por dentro la alegría», finaliza.